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miércoles, 16 de marzo de 2016
RETIRO DE CUARESMA 2016
RETIRO
DE CUARESMA 12 de marzo 2016
FRATERNIDAD
SEGLAR OAR
|
“Danos
siempre de esa agua
Para
ver con ojos de verdad”
HORARIO
10:00 Acogida y laudes. (Salón de
actos)
10:30 Conferencia (Salón de actos)
11:30 Reflexión personal.
12:30 Descanso. Café.
13:00 Adoración al Santísimo. Rezo
del Oficio de Lecturas. Al final. Rezo de la Hora Intermedia.
14:00 Comida.
15:30
Liturgia Penitencial.
16:30 Conferencia (Salón de actos)
17:30 Reflexión personal.
18:30
Descanso. Café.
19:00
Reunión por grupos para comentar los dos momentos de reflexión personal
que hemos tenido.
20: 00 Eucaristía con Vísperas.
LAUDES
Ant.
invitatorio: Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro
corazón.»
Venid,
aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva;entremos a su
presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las
simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque
él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos.
Entrad,
postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es
nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de
Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron,
aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años aquella generación me asqueó, y dije: "Es un pueblo de
corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que
no entrarán en mi descanso."»
Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Venid,
adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.
|
HIMNO
Llorando los pecados tu pueblo está, Señor. Vuélvenos tu mirada y
danos el perdón.
1.
Seguiremos
tus pasos, camino de la cruz, subiendo
hasta la cumbre de la Pascua de luz.
2.La Cuaresma es combate; las armas:
oración, limosnas y vigilias por el
Reino de Dios.
3."Convertid vuestra vida,
volved a vuestro Dios, y volveré a vosotros", esto dice el Señor.
Salmodia
Salmo 91: Alabanza del Dios creador
Ant 1: Es
bueno tocar para tu nombre, oh Altísimo, y proclamar por la mañana tu
misericordia.
Es bueno dar
gracias al Señor y tocar para tu nombre, oh Altísimo, proclamar por la mañana
tu misericordia y de noche tu fidelidad, con arpas de diez cuerdas y laúdes, sobre
arpegios de cítaras.
Tus acciones,
Señor, son mi alegría, y mi júbilo, las obras de tus manos. ¡Qué magníficas son
tus obras, Señor, qué profundos tus designios! El ignorante no los entiende ni
el necio se da cuenta.
Aunque germinen
como hierba los malvados y florezcan los malhechores, serán destruidos para
siempre. Tú, en cambio, Señor, eres
excelso por los siglos.
Porque tus
enemigos, Señor, perecerán, los malhechores serán dispersados; pero a mí me das
la fuerza de un búfalo y me unges con aceite nuevo. Mis ojos despreciarán a mis
enemigos, mis oídos escucharán su derrota.
El justo crecerá
como una palmera, se alzará como un cedro del Líbano: plantado en la casa del
Señor, crecerá en los atrios de nuestro Dios;
en la vejez
seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso, para proclamar que el Señor es
justo, que en mi Roca no existe la maldad.
Ant: Es
bueno tocar para tu nombre, oh Altísimo, y proclamar por la mañana tu
misericordia.
Ezequiel 36, 24-28:
Dios renovará a su pueblo
An2t: Os
daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo.
Os recogeré
de entre las naciones, os reuniré de todos los países, y os llevaré a vuestra
tierra.
Derramaré
sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e
idolatrías os he de purificar; y os daré
un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo ;arrancaré de vuestra carne
el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Os infundiré
mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis
mis mandatos.Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros
seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.
Ant: Os daré
un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo.
Salmo 8: Las maravillas
de la creación
An3 t: De la
boca de los niños de pecho, Señor, has sacado una alabanza.
Señor, dueño
nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en
toda la tierra!
Ensalzaste
tu majestad sobre los cielos. De la boca de los niños de pecho has sacado una
alabanza contra tus enemigos, para reprimir al adversario y al rebelde.
Cuando
contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué
es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder?
Lo hiciste
poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el
mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de
ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces
del mar, que trazan sendas por el mar.
Señor, dueño
nuestro, ¡qué admirable es tu nombre, en
toda la tierra!
Ant: De la
boca de los niños de pecho, Señor, has sacado una alabanza.
Lectura breve:
Is 1,16-18
«Lavaos,
purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones, cesad de obrar el mal,
aprended a obrar el bien; buscad lo justo, dad sus derechos al oprimido;
defended al huérfano, proteged a la viuda. Entonces venid y litigaremos -dice
el Señor-. Aunque vuestros pecados fuesen como púrpura, blanquearán como nieve;
aunque sean rojos como escarlata, quedarán como lana.»
Responsorio
breve:
V/. Él me librará
de la red del cazador
R/. Él me
librará de la red del cazador
V/. Me
cubrirá con sus plumas
R/. De la
red del cazador
V/. Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
R/. Él me
librará de la red del cazador
Cántico Ev.
Ant: Jamás ha hablado nadie como ese
hombre.
† (se hace la señal de la cruz
mientras se comienza a recitar)
Bendito sea
el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos
una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo,
según lo
había predicho desde antiguo, por boca de sus santos profetas.
Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos
odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su
santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos
que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con
santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti,
niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a
preparar sus caminos,anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus
pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo
alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para
guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Ant: Jamás
ha hablado nadie como ese hombre.
Preces
Demos
gracias, siempre y en todo lugar, a Cristo, nuestro Salvador, y supliquémosle,
diciendo:
Ayúdanos, Señor, con tu gracia
- Concédenos
guardar sin mancha nuestros cuerpos,
para que el
Espíritu Santo pueda habitar en ellos.
- Desde el
comienzo del día acrecienta en nosotros el amor a nuestros hermanos,
y el deseo
de cumplir tu voluntad durante toda la jornada.
- Danos
hambre del alimento que perdura,
y da la vida
eterna que tú diariamente nos proporcionas.
- Que tu
Madre, refugio de pecadores, interceda por nosotros,
para que
obtengamos el perdón de nuestros pecados.
Como hijos
que somos de Dios, dirijámonos a nuestro Padre con la oración que Cristo nos
enseñó:
Padre
nuestro
Oración.
Que tu amor y tu misericordia dirijan
nuestros corazones, Señor, ya que sin tu ayuda no podemos complacerte. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
|
CHARLA PRIMERA
JESÚS Y LA
SAMARITANA
Mirar nuestra vida y las posibilidades que presenta, es un
ejercicio necesario y saludable, porque nos hace conscientes de cuanto anida en
el fondo del ser humano, del corazón. Y, ahí, descubrimos la grandeza que
conlleva, pero también las limitaciones que están muy presentes y que suponen
interrogantes profundos y serios. Así, nuestro caminar por la vida está cargada
de detalles hermosos, pero también de situaciones dolorosas que, tantas y
tantas veces, nos hacen tambalear y dudar de casi todo.
Hoy nos encontramos con un relato evangélico que está cargado
de esos mismos sentimientos. El encuentro de Jesús con la Samaritana nos
propone una enorme reflexión (podemos llamarle, también, “catequesis”) sobre la
vida y el PROCESO necesario para LLENAR DE VIDA la existencia, nuestro caminar
peregrino. De ahí que merece la pena una reflexión profunda y serena, de forma
que pueda ILUMINAR nuestro ser y corazón.
El primer elemento que destaca es la presencia de una mujer
EN BÚSQUEDA. Es verdad que todo ello se presenta con un “ropaje externo”: la
sed de agua, el ir y venir a la fuente todos los días; la rutina de la vida…
Pero, al mismo tiempo, aquella “pobre” mujer (“pobre” por ser mujer en aquella
cultura, y, además, una marginada por ser samaritana) BUSCA “ALGO” que le
llene. El relato habla de cinco maridos (¡todo un símbolo!) que no han sabido
saciar la sed de felicidad que aquella mujer arrastra. Por lo tanto, la
FRUSTRACIÓN forma parte del caminar de esta Samaritana.
Y, esta mujer se “extraña” de que un hombre judío se dirija a
ella y le pida de beber. Y es que (para el evangelista) aquella mujer es
alguien representativo de su pueblo, un pueblo que se ha alejado de Dios y del
culto verdadero. De ahí que los “cinco maridos” están expresando sus
infidelidades como pueblo a los orígenes de su fe. Por eso, los judíos no se
relacionaban con los samaritanos y, menos aún, con las samaritanas (por su
condición de “mujer”).
Pero frente a la Samaritana que busca y desea ALGO DIFERENTE,
el evangelista propone y presenta a JESÚS. Un Jesús cansado y sediento, pero
que sabe de necesidades profundas y, con plena libertad, quiebra las normas
sociales, legales y rituales y entabla una conversación, serena y profunda, con
aquella mujer, proponiéndole “otra cosa” diferente y que, de veras, pueda
llenarle; esto es, ofreciéndole lo que no han conseguido sus “cinco maridos” ni
el culto de su pueblo.
Asimismo, el relato presenta la “extrañeza” de los discípulos
de Jesús al encontrarle hablando con una “mujer” y “samaritana”. Ellos, a pesar
del ser del grupo del Maestro, no han entendido gran cosa de lo que es portador
este Jesús, a quien admiran pero que, al mismo tiempo, les confunde porque no
es nada respetuoso con las costumbres y tradiciones de su pueblo. Para ellos
(todavía) lo que Jesús aporta no es una NOVEDAD que transforma la realidad y
rompe los moldes, por muy “sagrados” que puedan parecer. Lo que la samaritana
capta o barrunta en Jesús, sus discípulos no lo entienden, al menos por ahora.
Sólo están en camino.
Y un último elemento se destaca, también, en este relato:
aquella mujer, que ha intuido un algo especial en aquel judío que se ha
encontrado junto al pozo, ahora, dejando su cántaro que le servía para realizar
su anodina rutina de todos los días, ahora sí, llena de “otra vida”, camina
presurosa hacia sus vecinos para ofrecerles lo que ella ha empezado a descubrir
en aquel encuentro. Ella se vuelve en TESTIGO de lo que intuye o cree haber
descubierto, y consigue que otros acudan a experimentar los que ella ha
experimentado.
Un relato cargado de SIMBOLISMOS, de ofertas, de acogida, de
gozo por lo descubierto, de “extrañezas”… Vamos a “meternos” en el relato mismo
y “sentir”, desde dentro, cuanto ahí se está proponiendo. Nos metemos sin miedo
alguno.
A LA LUZ DEL EVANGELIO Juan 4, 5-42
En aquel tiempo, llegó
Jesús a un pueblo de Samaría llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su
hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba
allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía.
Llega una mujer de Samaría a sacar
agua, y Jesús le dice:
- «Dame de beber».
Sus discípulos se habían ido al
pueblo a comprar comida.
La Samaritana le dice:
- «¿Cómo tú, siendo judío, me pides
de beber a mí, que soy samaritana?».
Porque los judíos no se tratan con
los samaritanos.
Jesús le contestó:
- «Si conocieras el don de Dios y
quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva».
La mujer le dice:
- «Señor, si no tienes cubo, y el
pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre
Jacob, que nos dio este pozo y de él bebieron él y sus hijos con sus ganados?».
Jesús le contestó:
- «El que bebe de esta agua vuelve a
tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el
agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta
hasta la vida eterna».
La mujer le dice:
- «Señor, dame esa agua: así no
tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla».
Él le dice:
- «Anda, llama a tu marido y vuelve».
La mujer le contesta:
- «No tengo marido».
Jesús le dice:
- «Tienes razón, que no tienes
marido: has tenido ya cinco y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la
verdad».
La mujer le dice:
- «Señor, veo que tú eres un profeta.
Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde
se debe dar culto está en Jerusalén».
Jesús le dice:
- «Créeme, mujer: se acerca la hora
en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais
culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos porque la
salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los
que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque
el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan culto
deben hacerlo en espíritu y verdad».
La mujer le dice:
- «Sé que va a venir el Mesías, el
Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo».
Jesús le dice:
- «Soy yo: el que habla contigo».
En esto llegaron sus discípulos y se
extrañaban de que estuviera hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo:
«¿Qué le preguntas o de qué le hablas?».
La mujer entonces dejó su cántaro, se
fue al pueblo y dijo a la gente:
- «Venid a ver un hombre que me ha
dicho todo lo que he hecho; ¿será éste el Mesías?».
Salieron del pueblo y se pusieron en
camino adonde estaba él.
Mientras tanto sus discípulos le
insistían:
- «Maestro, come».
Él les dijo:
- «Yo tengo por comida un alimento
que vosotros no conocéis».
Los discípulos comentaban entre
ellos:
- «¿Le habrá traído alguien de
comer?».
Jesús les dijo:
- «Mi alimento es hacer la voluntad
del que me envió y llevar a término su obra. ¿No decís vosotros que faltan
todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto: Levantad los ojos y
contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; el segador ya está
recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así, se alegran
lo mismo sembrador y segador. Con todo, tiene razón el proverbio: Uno siembra y
otro siega. Yo os envié a segar lo que no habéis sudado. Otros sudaron y
vosotros recogéis el fruto de sus sudores».
En aquel pueblo muchos samaritanos
creyeron en él por el testimonio que había dado la mujer: “Me ha dicho todo lo
que he hecho”.
Así, cuando llegaron a verlo los
samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó dos días. Todavía
creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer:
- «Ya no creemos por lo que tú dices;
nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del
mundo».
¡Hermosa e inmensa CATEQUESIS la que se nos ofrece para
nuestra contemplación en este relato de hoy! ¡Cuántas sugerencias e
insinuaciones para rumiar en nuestro interior y hacerlas nuestras en la medida
en que sintamos “SED” de algo más, y que se nos ofrece en Jesús, el Maestro y
Señor!
Está claro: Dios, en Jesús, no se deja atrapar por los ritos
y las normas sociales. Allí donde se encuentra con alguien que BUSCA y DESEA
“algo diferente” y que le llene, se lo ofrece gratuitamente, sin condiciones;
aunque sea una mujer considerada pecadora y pagana; aunque su “culto” era
ilegítimo y no pertenecía -según los baremos de Israel- al pueblo de la
Alianza. Este Dios es capaz de “saltarse” cualquier ley y barrera con tal de
llenar de sentido el corazón de una “pobre” mujer.
Y es que, según Jesús, el CULTO tiene que ser algo muy
diferente de la maraña de ritos vacíos en los que se había convertido en Israel
(¿Acaso también hoy, entre nosotros?). El “adorarán al Padre en espíritu y
verdad…” es “otra historia” que los viejos esquemas de Israel no entienden. Por
eso, al que busca con sincero corazón, aquel Caminante, que se sienta junto al
pozo de Sicar, le ofrece otra cosa: “Si conocieras el don de Dios…”. He aquí la
CLAVE de la cuestión. El “DON de DIOS” es, precisamente, el mismo Jesús, “el
que habla contigo”.
Ésta es la profunda comunicación (= revelación) que se le
ofrece a la Samaritana (y en ella, a todo aquél que se abre a ese Dios y a su
don), y esto sí que transforma de arriba abajo toda la persona, haciendo que su
historia y su rumbo adquieran una dimensión NUEVA.
Ahora sí que el ENCUENTRO es pleno y total. Es verdad:
posiblemente, sin merecerlo, pero es que “lo BUSCABA”, aunque fuera a tientas;
y los “cinco maridos” no habían conseguido saciar la sed de aquel pobre
corazón. Pero Jesús le ofrece precisamente lo que es capaz de satisfacer los
deseos más hondos del corazón humano. Le ofrece… “el don de Dios”.
Después del “regalo”, la mujer se olvida de su cántaro y va
donde sus vecinos y les plantea que se ha encontrado con ALGUIEN muy especial y
que es bueno acudir donde él. También, en esta ocasión, ocurre algo
extraordinario y así lo confiesan: “Nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que
él es de verdad el Salvador del mundo”. Aquí el “encuentro” de la mujer ha
tenido un efecto expansivo, y, cuantos acuden, descubren que era verdad lo que
el pobre corazón insaciable de la samaritana había descubierto.
¡Inmensa y profunda catequesis la del evangelista para
cuantos se acercaban, con corazón sincero, a su Evangelio! Todo un PROCESO para
todo aquel que busca, y lo hace a pesar de su condición de “pecador”. Sentarse
junto a Jesús (ya se en el pozo o donde fuere); abrirle el corazón y
manifestarle esa “sed” que le abrasa por dentro; acoger el don que el mismo
Jesús le ofrece; y, entonces, todo cambia, todo se hace NUEVO. Ésta es la
propuesta.
También, HOY y AQUÍ, el proceso tiene que ser similar al
descubierto junto al pozo de Sicar. También, hoy y aquí, necesito ABRIRME
(necesitamos ABRIRNOS) a este caminante con el que me he encontrado; también,
hoy y aquí, es necesario disponerse a ACOGER el DON que me ofrece. Ese don es
el que obra el cambio y hace nueva toda una vida. Ese don es el que hace
posible que quien ha experimentado el encuentro, se convierta en TESTIGO y
ANUNCIADOR de la Buena Nueva.
REUNIÓN POR GRUPOS
Preguntas
para la reflexión comunitaria:
1) El Texto bíblico, ¿Qué afectos
despierta en ti?
2) A partir de este texto bíblico ¿Qué
es lo que sientes de Dios: amor rechazo, temor, indiferencia, alegría?
3) ¿Qué aspectos de mi vida veo
iluminados con este texto?
4) ¿Qué cosas concretas en mi vida puedo
ver con mayor luz a partir de este texto, y debo mejorar para acercarme más a
Dios?
OFICIO
DE LECTURAS
HIMNO
Si fuimos reconciliados por la muerte del Señor. Mucho más seremos
salvos por su vida y por su amor.
Está avanzada la noche, el día ya está
muy cerca, dejemos atrás las obras de las oscuras tinieblas.
|
Salmodia
Salmo 77,40-72 - IV:
Bondad de Dios e infidelidad del pueblo a través de la historia de la salvación
Ant 1: El
Señor los rescató de la opresión.
¡Qué
rebeldes fueron en el desierto, enojando a Dios en la estepa! Volvían a tentar
a Dios,a irritar al santo de Israel, sin acordarse de aquella mano que un día
los rescató de la opresión:
cuando hizo
prodigios en Egipto, portentos en el campo de Soán; cuando convirtió en sangre
los canales y los arroyos, para que no bebieran;
cuando les
mandó tábanos que les picasen, y ranas que los hostigasen; cuando entregó a la
langosta sus cosechas, y al saltamontes el fruto de sus sudores;
cuando
aplastó con granizo sus viñedos, y con escarcha sus higueras; cuando entregó
sus ganados al pedrisco, y al rayo sus rebaños;
cuando lanzó
contra ellos el incendio de su ira, su cólera, su furor, su indignación
y, despachando
a los siniestros mensajeros, dio curso libre a su ira:
no los salvó
de la muerte, entregó sus vidas a la peste; cuando hirió a los primogénitos de
Egipto, a las primicias de la virilidad en las tiendas de Cam.
Ant: El
Señor los rescató de la opresión.
Salmo
77,40-72 - V:
Ant. 2. Los hizo llegar el Señor hasta el monte que su
diestra había adquirido.
Sacó como un
rebaño a su pueblo, los guió como un hato por el desierto, los condujo seguros,
sin alarmas, mientras el mar cubría a sus enemigos;
los hizo entrar
por las santas fronteras, hasta el monte que su diestra había adquirido; ante
ellos rechazó a las naciones, les asignó por suerte su heredad: instaló en sus tiendas
a las tribus de Israel.
Pero ellos
tentaron al Dios Altísimo y se rebelaron, negándose a guardar sus preceptos; desertaron
y traicionaron como sus padres, fallaron como un arco engañoso; con sus
altozanos lo irritaban, con sus ídolos provocaban sus celos.
Dios los oyó
y se indignó, y rechazó totalmente a Israel;
abandonó su morada de Silo, la tienda en que habitaba con los hombres;
abandonó sus
valientes al cautiverio, su orgullo a las manos enemigas; entregó su pueblo a
la espada, encolerizado contra su heredad;
el fuego
devoraba a los jóvenes, y las novias ya no tenían cantos; los sacerdotes caían
a espada, y sus viudas no los lloraban.
Ant: Los
hizo llegar el Señor hasta el monte que su diestra había adquirido.
Salmo 77,40-72 - VI:
Ant 3: Escogió
a la tribu de Judá y eligió a David, su siervo, para pastorear a Israel, su
heredad.
Pero el Señor
se despertó como de un sueño, como un soldado vencido por el vino: hirió al
enemigo en la espalda, infligiéndole una derrota perdurable.
Repudió las
tiendas de José, no escogió la tribu de Efraín; escogió la tribu de Judá y el
monte Sión, su preferido. Construyó su santuario como el cielo, como a la
tierra lo cimentó para siempre.
Escogió a
David, su siervo, lo sacó de los apriscos del rebaño; de andar tras las ovejas,
lo llevó a pastorear a su pueblo, Jacob, a Israel, su heredad.
Los pastoreó
con corazón íntegro, los guiaba con mano inteligente.
Ant: Escogió
a la tribu de Judá y eligió a David, su siervo, para pastorear a Israel, su
heredad.
V/. El que
realiza la verdad se acerca a la luz.
R/. Para que
se vean sus obras.
El
agua de Meribá y la serpiente de bronce
Lectura
del Libro de los Números Nm 20,1-13;
21,4-9
En
aquellos días, la comunidad entera de los israelitas llegó al desierto de Sin
el mes primero, y el pueblo se instaló en Cadés. Allí murió María y allí la
enterraron. Faltó agua al pueblo, y se amotinaron contra Moisés y Aarón. El
pueblo riñó con Moisés, diciendo:
«¡Ojalá
hubiéramos muerto como nuestros hermanos, delante del Señor! ¿Por qué has
traído a la comunidad del Señor a este desierto, para que muramos en él,
nosotros y nuestras bestias? ¿Por qué nos has sacado de Egipto para traernos a
este sitio horrible, que no tiene grano ni higueras ni granados ni agua para
beber?»
Moisés
y Aarón se apartaron de la comunidad y se dirigieron a la tienda del encuentro,
y, delante de ella, se echaron rostro en tierra. La gloria del Señor se les
apareció, y el Señor dijo a Moisés:
«Coge
el bastón, reúne la asamblea, tú con tu hermano Aarón, y, en presencia de
ellos, ordenad a la roca que dé agua. Sacarás agua de la roca para darles de
beber a ellos y a sus bestias.»
Moisés
retiró la vara de la presencia del Señor, como se lo mandaba; ayudado de Aarón,
reunió la asamblea delante de la roca, y les dijo:
«Escuchad,
rebeldes: ¿Creéis que podemos sacaros agua de esta roca?»
Moisés alzó la mano y
golpeó la roca con el bastón dos veces, y brotó agua tan abundantemente que
bebió toda la gente y las bestias. El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
«Por
no haberme creído, por no haber reconocido mi santidad en presencia de los
israelitas, no haréis entrar a esta comunidad en la tierra que les voy a dar.»
(Ésta
es la fuente de Meribá, donde los israelitas disputaron con el Señor, y él les
mostró su santidad.)
Desde
el monte Hor se encaminaron hacia el mar Rojo, rodeando el territorio de Edom.
El pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y contra Moisés:
«¿Por
qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni
agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo.»
El
Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron
muchos israelitas. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo:
«Hemos
pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de
nosotros las serpientes.»
Moisés
rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió:
«Haz
una serpiente venenosa y colócala en un estandarte: Los mordidos de serpientes
quedarán sanos al mirarla.»
Moisés
hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente
mordía a uno, él miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.
R/. Lo mismo que Moisés elevó la
serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para
que todo el que cree en él tenga vida eterna.
V/. Dios no mandó a su Hijo al mundo
para juzgar al mundo sino para que el mundo se salve por él.
R/. Para que todo el que cree en él
tenga vida eterna.
De la Constitución
Dogmática Gaudium et Spes del Concilio
Vaticano II
Gaudium et Spes 37-38
La Sagrada Escritura, con la que está de acuerdo la
experiencia de los siglos, enseña a la familia humana que el progreso, que es
un gran bien para el hombre, también encierra un grave peligro, pues una vez
turbada la jerarquía de valores y mezclado el bien con el mal, no le queda al
hombre o al grupo más que el interés propio, excluido el de los demás.
De esta forma el mundo deja de ser el espacio de una
auténtica fraternidad, mientras el creciente poder del hombre, por otro lado,
amenaza con destruir al mismo género humano.
Si alguno, por consiguiente, se pregunta de qué manera es
posible superar esa mísera condición, sepa que para el cristiano hay una
respuesta: que toda la actividad del hombre, que por la soberbia y el
desordenado amor propio se ve cada día en peligro, debe purificarse y ser
llevada a su perfección en la cruz y resurrección de Cristo.
Pues el hombre, redimido por Cristo y hecho nueva creatura en
el Espíritu Santo, puede y debe amar las cosas creadas por Dios. De Dios las
recibe, y como procedentes continuamente de la mano de Dios, las mira y la
respeta.
Por ellas da gracias a su Benefactor, y al disfrutar de todo
lo creado y hacer uso de ello con pobreza y libertad de espíritu, llega a
posesionarse verdaderamente del mundo, como quien no tiene nada, pero todo lo
posee. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.
La Palabra de Dios, por quien todo ha sido hecho, que se hizo
a sí mismo carne y acampó en la tierra de los hombres, penetró como hombre
perfecto en la historia del mundo tomándola en sí y recapitulándola. Él es
quien nos revela que Dios es amor, y al mismo tiempo nos enseña que la ley
fundamental de la perfección humana y, por consiguiente, de la transformación
del mundo es el mandamiento nuevo del amor.
En consecuencia, a quienes creen en el amor divino les
asegura que el camino del amor está abierto para el hombre y que el esfuerzo
por restaurar una fraternidad universal no es una utopía. Les advierte, al
mismo tiempo, que esta caridad no se ha de poner solamente en la realización de
grandes cosas, sino, y principalmente, en las circunstancias ordinarias de la
vida.
Al admitir la muerte por todos nosotros, pecadores, nos
enseña con su ejemplo que hemos de llevar también la cruz, que la carne y el
mundo cargan sobre los hombros de quienes buscan la paz y la justicia.
Constituido Señor por su resurrección, Cristo, a quien se ha
dado todo poder en el cielo y en la tierra, obra ya en los corazones de los
hombres por la virtud de su Espíritu, no sólo excitando en ellos la sed de la vida
futura, sino animando, purificando y robusteciendo asimismo los generosos
deseos con que la familia humana se esfuerza por humanizar su propia vida y
someter toda la tierra a este fin.
Pero son diversos los dones del Espíritu: mientras a unos los
llama para que den abierto testimonio con su deseo de la patria celeste y lo
conserven vivo en la familia humana, a otros los llama para que se entreguen
con un servicio terreno a los hombres, preparando así, con este ministerio, la
materia del reino celeste.
A todos, sin embargo, los libera para que, abnegado el amor
propio y empleado todo el esfuerzo terreno en la vida humana, dilaten su
preocupación hacia los tiempos futuros, cuando la humanidad entera llegará a
ser una oblación acepta a Dios.
R/. Cristo
murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que
murió y resucitó por ellos.
V/. Fue
entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación.
R/. Para que
los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos.
Oremos:
Que tu amor y tu
misericordia dirijan nuestros corazones, Señor, ya que sin tu ayuda no podemos
complacerte. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
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HORA INTERMEDIA
Himno
Pastor que con tus silbos amorosos me
despertaste del profundo sueño: tú, que hiciste cayado de ese leño en que
tiendes los brazos poderosos,
vuelve los ojos a mi fe piadosos pues
te confieso por mi amor y dueño y la palabra de seguirte empeño tus dulces
silbos y tus pies hermosos.
Oye, pastor, pues por amores mueres, no te
espante el rigor de mis pecados pues tan amigo de rendidos eres.
Espera, pues, y escucha mis
cuidados... Pero ¿cómo te digo que me esperes si estás para esperar los pies
clavados? Amén
Salmodia
Salmo 118,169-176: XXII
(Tau)
Ant: «Por mi
vida -oráculo del Señor-, no quiero la muerte del pecador, sino que se
convierta de su conducta y que viva.»
Que llegue
mi clamor a tu presencia, Señor, con tus palabras dame inteligencia; que mi
súplica entre en tu presencia, líbrame según tu promesa; de mis labios brota la
alabanza, porque me enseñaste tus leyes.
Mi lengua
canta tu fidelidad, porque todos tus preceptos son justos; que tu mano me
auxilie, ya que prefiero tus decretos; ansío tu salvación, Señor; tu voluntad
es mi delicia.
Que mi alma
viva para alabarte, que tus mandamientos me auxilien; me extravié como oveja
perdida: busca a tu siervo, que no olvida tus mandatos.
Salmo 44 - I: Las nupcias del rey
Me brota del
corazón un poema bello, recito mis versos a un rey; mi lengua es ágil pluma de
escribano.
Eres el más
bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia, el Señor te bendice
eternamente.
Cíñete al
flanco la espada, valiente: es tu gala y tu orgullo; cabalga victorioso por la
verdad y la justicia, tu diestra te enseñe a realizar proezas. Tus flechas son
agudas, los pueblos se te rinden, se acobardan los enemigos del rey.
Tu trono, oh
Dios, permanece para siempre, cetro de rectitud es tu cetro real; has amado la
justicia y odiado la impiedad: por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido con
aceite de júbilo entre todos tus
compañeros.
A mirra, áloe
y acacia huelen tus vestidos, desde los palacios de marfiles te deleitan las
arpas. Hijas de reyes salen a tu encuentro, de pie a tu derecha está la reina, enjoyada
con oro de Ofir.
Salmo 44 - II:
Escucha,
hija, mira: inclina el oído, olvida tu pueblo y la casa paterna; prendado está
el rey de tu belleza: póstrate ante él, que él es tu señor. La ciudad de Tiro
viene con regalos, los pueblos más ricos
buscan tu favor.
Ya entra la
princesa, bellísima, vestida de perlas y brocado; la llevan ante el rey, con
séquito de vírgenes, la siguen sus compañeras: las traen entre alegría y
algazara, van entrando en el palacio real.
«A cambio de
tus padres tendrás hijos, que nombrarás príncipes por toda la tierra.» Quiero
hacer memorable tu nombre por generaciones y generaciones, y los pueblos te
alabarán por los siglos de los siglos.
Ant: «Por mi
vida -oráculo del Señor-, no quiero la muerte del pecador, sino que se
convierta de su conducta y que viva.»
Lectura breve: Is 44,21-22
Acuérdate de
esto, de que eres mi siervo. Te formé y eres mi siervo, Israel, no te olvidaré.
He disipado como niebla tus rebeliones; como nube, tus pecados: vuelve a mí,
que soy tu redentor.
V/. Aparta
de mi pecado tu vista.
R/. Borra en
mí toda culpa.
Oremos: Que
tu amor y tu misericordia dirijan nuestros corazones, Señor, ya que sin tu
ayuda no podemos complacerte. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
CHARLA
SEGUNDA: EL CIEGO DE NACIMIENTO
JESÚS
CURA AL CIEGO DE NACIMIENTO
Al pasar Jesús vio un hombre ciego de
nacimiento. Es una gran verdad que no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Porque el que no quiere ver, no sólo no mira lo que no quiere ver, sino que
niega haber visto lo que no ha tenido más remedio que ver. Generalmente,
queremos ver lo que nos gusta ver, y nos gusta ver todo aquello que satisface,
de alguna manera, nuestros sentimientos, o nuestras opiniones. Lo que va en
contra de nuestros sentimientos y opiniones preferimos no verlo.
Fijándonos ya en concreto en este relato
evangélico que nos hace San Juan sobre el ciego de nacimiento, vemos con
claridad que sí quería ver el ciego que fue curado por Jesús, pero algunos de
los fariseos se negaban a reconocer que Jesús, al que odiaban, podía haber
curado al ciego. Reconocer que Jesús había curado al ciego suponía reconocer
que Jesús era un hombre extraordinario, un profeta. Y esto era lo que los
fariseos no querían reconocer, no querían ver, porque reconocer que Jesús era
un verdadero profeta era reconocer que decía la verdad cuando les criticaba a
ellos. Es muy fácil creer al que nos alaba, pero nos cuesta mucho creer al que
nos critica; igualmente, es fácil creer las cosas buenas que dicen de nosotros
mismos, de nuestros amigos y correligionarios, pero nos cuesta mucho reconocer
lo bueno que nos digan de nuestros adversarios, sean adversarios religiosos, o
políticos, o sociales.
San Agustín no se cansaba de repetir
que agradecía más las críticas de los sabios que las adulaciones de los necios.
Debemos hacer siempre un esfuerzo grande para reconocer la verdad de lo que
vemos u oímos, independientemente de que esa verdad satisfaga más, o menos,
nuestros sentimientos u opiniones.
Ve a lavarte a la piscina de Siloé
(que significa Enviado). El mensaje claro que el evangelista san Juan quiere
darnos con este relato del ciego de nacimiento es que Jesús es la Luz. En el
relato de la samaritana era que Jesús es el Agua viva que sacia definitivamente
nuestra sed, ahora se nos dice que también Jesús es la Luz que debe guiar
nuestra vida. Cuando el ciego se lava en la piscina de Siloé, del Enviado, de
Jesús, comienza a ver no sólo con los ojos físicos, sino con los ojos del alma.
Ve en Jesús no sólo a la persona física, sino que ve al Enviado por el Padre, a
un profeta, al Hijo del Hombre, al Mesías.
También nosotros debemos lavar
nuestros ojos con el agua de Jesús, con la luz de su evangelio; debemos
aprender a ver con los ojos de Jesús. Es seguro que, en nuestra sociedad, habrá
muchos que nos creerán ilusos, o cegatos, o empecatados, y que no querrán ver
esa luz de Cristo de la que nosotros les hablamos. Pero nuestra fe no debe
oscurecerse, ni dejarse vencer por los que se empeñan en acusarnos de ilusos, o
empecatados. La Luz de Cristo, la Luz del Enviado, debe dirigir los
pensamientos, palabras y acciones de toda nuestra vida.
La mirada de Dios no es como la
mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero el Señor mira el
corazón. Si nos empeñamos en mirar a las personas sólo por las apariencias,
como lo hacía en un principio el profeta Samuel, también nosotros nos
equivocaremos. Debemos saber mirar al corazón de las personas, a su bondad, a
su honradez, a su compromiso social y cristiano. Esto no siempre resulta fácil,
por eso nos equivocamos tantas veces, pero merece la pena hacer un esfuerzo,
lavando previamente nuestros ojos en la luz del evangelio, en la luz de Cristo.
Es necesario purificar nuestra mirada
de tantos prejuicios, egoísmos, respetos humanos y opiniones comunes, que
tantas veces nos inclinan a juzgar equivocadamente a los demás. Volvamos una y
otra vez a Cristo y a su evangelio y tratemos siempre de juzgar a los demás
según la luz de Cristo. Él es nuestra Luz.
Este pobre ciego tuvo la
inoportunidad de empezar a ver. Tuvo la mala suerte de ser curado. Estaba tan
bien de ciego dando un tono folclórico y turístico del ambiente. Servía de
desahogo de la compasión de los visitantes que le tiraban una moneda. Hasta de
enseñanza teológica gratuita, porque los padres dirían a sus niños al pasar:
“Veis, este está ciego o por cosas malas hechas por él o por sus padres, así
que no seáis malos”
Se le ocurre curarse y empieza a ser
un estorbo. Complica la vida a los demás y se la complica él. Lo traen y lo
llevan de interrogatorio en interrogatorio. Lo insultan y, al fin, lo
excomulgan. Sus padres acaban de quitándose el problema de encima por miedo.
Los fariseos no duermen. Cuando todos deberían alegrarse con lo que le ha
sucedido, al contrario parece que todos le recriminan su estrafalaria
ocurrencia de sanar.
Sólo Jesús que le ha curado está a su
lado. Sólo Jesús que se le manifiesta “lo estás viendo” y sólo su Fe en Jesús
le quedan al ciego. Era la historia de todo judío que se convertía al
cristianismo en los tiempos en que Juan escribe el evangelio. Tal vez, ve Juan
en la piscina de Siloé una alusión al bautismo.
REFLEXIÓN PERSONAL
¿Ha brotado
en tu interior algún buen propósito, alguna idea, en relación con este texto?.
De acuerdo
con este texto en mi vida personal: ¿Qué cambio o conversión me pide?.
¿Qué cosas
concretas en mi vida personal puedo ver con mayor luz a partir de este texto, y debo mejorar para acercarme
más a Dios?
CELEBRACIÓN
DE LA EUCARISTÍA
|
CANTO DE ENTRADA
Camina, pueblo de Dios. Camina,
pueblo de Dios.
Nueva ley, Nueva Alianza en la Nueva
Creación.
Camina, pueblo de Dios. Camina,
pueblo de Dios.
Mira allá en el Calvario, en la roca
hay una cruz.
Muerte que engendra la vida, nuevos
hombres, nueva luz.
Cristo nos ha salvado con su muerte y
resurrección.
Todas las cosas renacen en la nueva
creación.
I VÍSPERAS. V DOMINGO DE CUARESMA
Salmodia
Salmo 140,1-9: Oración
ante el peligro
Ant: Meteré
mi ley en sus corazones, yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
Señor, te
estoy llamando, ven de prisa, escucha mi voz cuando te llamo.
Suba mi
oración como incienso en tu presencia el alzar de mis manos como ofrenda de la
tarde.
Coloca,
Señor, una guardia en mi boca, un centinela a la puerta de mis labios; no dejes
inclinarse mi corazón a la maldad, a cometer crímenes y delitos; ni que con los
hombres malvados participe en banquetes.
Que el justo
me golpee, que el bueno me reprenda, pero que el ungüento del impío no perfume
mi cabeza; yo seguiré rezando en sus desgracias.
Sus jefes
cayeron despeñados, aunque escucharon mis palabras amables; como una piedra de
molino, rota por tierra, están esparcidos nuestros huesos a la boca de la
tumba.
Señor, mis
ojos están vueltos a ti, en ti me refugio, no me dejes indefenso; guárdame del
lazo que me han tendido, de la trampa de los malhechores.
Ant: Meteré
mi ley en sus corazones, yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
Salmo 141: Tú eres mi
refugio
Ant: Todo lo
estimo pérdida, comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús,
mi Señor.
A voz en
grito clamo al Señor, a voz en grito suplico al Señor, desahogo ante él mis
afanes, expongo ante él mi angustia, mientras me va faltando el aliento.
Pero tú
conoces mis senderos, y que en el camino por donde avanzo me han escondido una
trampa.
Mira a la
derecha, fíjate: nadie me hace caso; no tengo adónde huir, nadie mira por mi
vida.
A ti grito,
Señor; te digo: «Tú eres mi refugio y mi lote en el país de la vida».
Atiende a
mis clamores, que estoy agotado; líbrame de mis perseguidores, que son más
fuertes que yo.
Sácame de la
prisión, y daré gracias a tu nombre: me rodearán los justos cuando me devuelvas
tu favor.
Ant: Todo lo
estimo pérdida, comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús,
mi Señor.
Filipenses 2,6-11:
Cristo, Siervo de Dios, en su misterio pascual
Ant: Él, a
pesar de ser Hijo, aprendió sufriendo, a obedecer.
Cristo, a
pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al
contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por
uno de tantos.
Y así,
actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la
muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios
lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que
al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el
abismo,y toda lengua proclame:Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Ant: Él, a
pesar de ser Hijo, aprendió sufriendo, a obedecer.
Preces
Glorifiquemos
a Cristo, el Señor, que ha querido ser nuestro maestro, nuestro ejemplo y
nuestro hermano y supliquémosle, diciendo:
Renueva,
Señor, a tu pueblo
- Cristo,
hecho en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado, haz que nos alegremos
con los que se alegran y sepamos llorar con los que están tristes,
para que
nuestro amor crezca y sea verdadero
- Concédenos
saciar tu hambre en los hambrientos,
y tu sed en
los sedientos
- Tú que
resucitaste a Lázaro de la muerte, haz que, por la fe y la penitencia, los
pecadores vuelvan a la vida cristiana
- Haz que
todos, según el ejemplo de la Virgen Maria y de los santos,
sigan con
más diligencia y perfección tus enseñanzas
-
Concédenos, Señor, que nuestros hermanos difuntos sean admitidos a la gloria de
la resurrección,
y gocen
eternamente de tu amor
|
Canto durante el
ofertorio:
Dios es
fiel, guarda siempre su Alianza; libra al pueblo de toda esclavitud. Su Palabra
resuena en los profetas, reclamando el bien y la virtud.
2. Pueblo en
marcha por el desierto ardiente horizontes de paz y libertad. Asamblea de Dios,
eterna fiesta; tierra nueva, perenne heredad.
3. Si al mirar
hacia atrás somos tentados de volver al Egipto seductor, el Espíritu empuja con
su fuerza a avanzar por la vía del amor.
Canto de comunión:
PUEBLO MÍO,
¿QUÉ TE HE HECHO ¿EN QUÉ TE HE OFENDIDO? RESPÓNDEME. / (2)
Yo te saqué
de Egipto, y por cuarenta años te guié en el desierto, tú hiciste una cruz para
tu Salvador.
Yo te libré
del mar, te di a beber el agua que manaba de la roca, tú hiciste una cruz para
tu Salvador.
Yo te llevé
a tu tierra, por ti vencí a los reyes de los pueblos cananeos, tú hiciste una
cruz para tu Salvador.
ESTRIBILLO.
Cántico Ev.
Ant: Existimos en Cristo, no con la justicia
de la ley, sino con la que viene de la fe de Cristo.
†
(se hace la señal de la
cruz mientras se comienza a recitar)
Proclama mi
alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora
me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de
generación en generación.
Él hace
proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a
los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a
nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Ant:
Existimos en Cristo, no con la justicia de la ley, sino con la que viene de la
fe de Cristo.
Canto de despedida:
Oh Cruz, te
adoramos, oh Cruz te bendecimos; de ti viene la vida, de ti la salvación.
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